sábado, 2 de mayo de 2009

De públicos y conciertos...

Llevo un mes en Buenos Aires. Un mes y diez días muy felices en los cuales no olvido a mi gente pero en los cuales tampoco a ella me aferro. He tenido la oportunidad de asistir a tres conciertos que me han reflejado, en contraste, las virtudes de cada público, a aclarar: el colombiano y el argentino.

Curioso resulta ver la manera en que se viven aquí los conciertos, teniendo en cuenta que es una plaza a la cual por décadas han venido artistas de primera línea. Resulta a primera impresión, por ejemplo, extraño ver que el baile no es una opción muy considerada en los conciertos. Claro, esta observación parte de mi tendencia personal, que es bailar como parte de gozar la música, moverme al ritmo que me otorguen el artista y su música sin sacrificar mi apreciación del sonido. Bailar como apreciación del talento, del espectáculo.

Si bien no puedo decir que toda la gente en Colombia comparte mi manera de vivir un concierto, sí puedo decir que el porcentaje de "bailadores" es mucho mayor. Aquí la gente parece moverse al escuchar el Hit, el sencillo de la radio. No significa esto que no aprecien, es clásico que aplaudan mucho y apliquen su cántico "eeeee eeoo eeeeeeoooooo, eeeee eeoo eeeeoooo" como síntoma de apreciación (que no es menor, es lindo verlo suceder) pero algo pasa, hay algo frío, que a mi manera de ver no responde del todo al artista, a la música y al movimiento al que invita.

En Colombia, por responder mucho al artista cruzamos la raya. Tenemos el influjo caribe (por más capitalinos que seamos) y somos atropelladores. Entonces sí, reaccionamos lindo, hacemos bulla y los artistas lo notan. Somos un público especial con el artista, pero no respetuoso del "otro", de ese que está al lado nuestro, de ese que pagó una distinta boleta, de ese que por más que disfrute el mismo grupo que nosotros no podemos observar como hermano. Así pues lo pisamos y lo agredimos.

El panorama es extraño, ambos lugares tienen plus y contras. Este blog nace desde mi percepción de que un concierto es un partido de fútbol en el que no hay hinchada rival y toda la gente asistente presencia una goleada de 20-0. Cada gol de una belleza tan especial que no se puede dejar de celebrar; si bien siento que a veces hay gente que asume la goleada, o que simplemente no puede/quiere celebrar, me gusta observar y discutir la diferencia del otro tratando de respetarla.

No pretendo que la gente baile como yo (aunque confieso me gustaría sentirme menos alienígena a veces), sólo pretendo entender el lugar en el que estoy y en cómo vive las cosas que a mí me fascina vivir.

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