viernes, 15 de octubre de 2010

De villas, castas y conciertos... I testify

Hubo onda intensa hace un par de días, dentro de la masa en un recital. Años después de volarme la cabeza con CDs, repliqué intensamente la dosis en vivo.

La banda no dejó de lado su frente político. En sus intervenciones al público, La Rabia contra la máquina profesó dedicatorias a obreros explotados y a pueblos invadidos. Las palabras me sonaron raro, no porque no sintiera que la causa en mención fuera justa, pero ni el marco de festival privado, ni la caminata que me llevó al lugar las hicieron sencillas de tragar.

Contrastantes pasos. Más allá de los kioskos choripaneros, acercándome a la entrada, noté que al lado del recorrido final había una villa bloqueada por presencia policial. La gente que caminaba conmigo hacia el recital lo hacía junto a custodiadas paredes blancas que bloqueaban el barrio, la gente, las casas.

Landlords and powerwhores on my people they took turns.

Del otro lado del Muro Blanco de la Costanera Sur se podían divisar niños y jóvenes mirando desde los techos altos de las casas hechizas. Uno Se podía preguntar... y si no hubiera toda esta policía, ¿nos robarían a todos? ¿Podríamos rockear juntos?

Claramente la primera. Se sentía una sensación de necesidad. Era necesario que ese muro existiera para que el evento sucediera. Como lo dijo Adrian Belew en Thela Hun Ginjeet, "this is a dangerous place". Nadie quiere sentirse en zona roja cuando va a divertirse, así sea con una banda norteamericana de "protesta".

Adoro a la banda, y viajé el sonido y la actuación que me dieron. La oportunidad de bailar el repertorio obligado fue un lujo que no voy a olvidar, con ese sonido envolvente, con esa energía. Vivir orgánicamente el abrazo de esa guitarra, del sonido que logra -y lo que genera con su manipulación el conductor Tom- es increíble.

Confieso, eso sí, que no me gusta escuchar sobre obreros explotados cuando tan cerca hay un muro que separa castas. Pero son ellos. Somos todos. "Si no está el muro, nos roban a todos."

Todos con el puño arriba, y la causa cubierta por los 200 pesos de la entrada. Sonó maravilloso, y la rabia, ahí.

No hay comentarios: